Growing Up Female

El primer documental feminista

EEUU 1970

“Una visión de la mujer americana emerge. Su potencial ha sido robado por sus constricciones y sus falsos valores. Su futuro es incierto; su identidad, desconocida”, explica la voz en off de Julia Reichert al final de su primer documental. Producido en 1970 y responsable de una gran controversia, Growing Up Female sigue las vidas de cinco mujeres de cuatro a 35 años inmortalizando su visión de la mujer. “Una mirada verdadera y penetrante a la condición de ser mujer en EE UU”, dijo de él Gloria Steinem. “Una de esas experiencias dolorosas que es buena para ti”, sugirió Susan Sontag. “De todas las películas que tratan sobre la mujer en la sociedad contemporánea, esta es la que mejor lo hace”, concluyó Jonas Mekas.

“¿Qué ha sido de la mujer americana?”, se pregunta la tres veces nominada al Oscar Julia Reichert. La directora, cuya filmografía ha estado siempre ligada a la clase, el género y la raza en EE UU, vivía en Ohio cuando se decidió a producir, dirigir, fotografiar, montar y hacer la mezcla de sonido, junto a James Klein, de Growing Up Female. El documental sigue a Janelle, Terry, Tamy, Jessica y Mrs Rusell, para demostrar cómo las mujeres estadounidenses de principios de los 70 crecían olvidando sus sueños profesionales y buscando al marido ideal, cómo las madres cubrían las necesidades de los demás olvidándose de las suyas, cómo buscaban cumplir las expectativas de los demás y desatendían su propio autoconocimiento.

 

 

Growing Up Female comienza con una madre llevando a su hija a la guardería. Allí, en blanco y negro las niñas juegan con sus cocinitas y los niños, con sus camiones. “Cuando una niña trae unos zapatos nuevos las demás se muestran celosas. La insultan o la pegan”, dice la maestra mirando a cámara. La acción salta a Primero de Bachillerato (11th grade), donde otra profesora habla del cambio rotundo que sufren las niñas en ese curso. Empiezan el año sin importarles la ropa que visten o cómo van peinadas y lo terminan descubriendo “que los chicos son una especie interesante a la que conviene investigar”.

A todo volumen y con toda la intención, suena I Will Follow Himde Peggy MarchLo tengo que seguir, desde que él acarició mi mano yo supe / Que cerca de él tenía que estar, Y nada puede quitármelo de mi camino, Él es mi destino”.Mientras, unas preadolescentes bailan y cantan felices. La imagen se congela en una de ellas. Se llama Janelle. Su madre se queja de que no se pone vestidos, de que juega a deportes masculinos cuando debería jugar con “cosas de chicas”. 

 

 

Corte a un salón de belleza donde Terry, otra de las protagonistas del documental, hace prácticas. “¿Es importante que una mujer sea femenina?”, pregunta Reichert a una de las profesoras. “Mucho. Los hombres las prefieren femeninas. Así, los hombres se sienten más masculinos”. A continuación, un esclarecedor paneo por los carteles en las paredes del centro: “Una vida dedicada a la belleza”, “Encuentra a tu hombre”, “Una mujer tiene muchas tácticas, la emboscada es solo una de ellas”, “Algunas chicas han desarrollado bastante más que sus mentes”. Terry, así como todas las chicas de su instituto, explica una voz en off, ha de atender un curso de seis semanas sobre el matrimonio. Reichert nos introduce en uno de esos cursos: “Una mujer debe de ser ordenada, limpia y atractiva, buena, tranquila y con una buena actitud hacia la vida”, dice la profesora. “El marido no debe de hacer ninguna de las labores del hogar; él es quien debe de tomar las decisiones importantes. La esposa debe de ser comprensiva”. La alumna calla obediente y suena The Girl that I Marry, del musical Annie Get Your Gun, de Irving Berlin“La mujer con la que me casaré tiene que ser suave y rosada como el cuarto de un bebé / Mi chica llevará satín y encajes y olerá a colonia…”. Claro, ¿no? 

 

Ni corta ni perezosa, Julia Reichert viajó en autobús por EE UU para enseñar su película a mujeres de todo el país, desde Oklahoma, Boston, Cleveland a Washington DC, reuniéndose con ellas en las salas de estar de sus casas, en iglesias, sótanos o cualquier espacio disponible. “Cuando terminamos Growing Up Female fuimos a los distribuidores habituales que empezaron a enseñarnos contratos, con lo que nos dimos cuenta de que perderíamos el control de la película y que solo ganaríamos el 25 o el 30 % del total. Queríamos ser libres de enseñar la película a quien nosotros quisiésemos, aunque no pudiesen pagar el visionado”, recuerda Reichert en una entrevista en Jump Cut.Así fue como ella y Jim Klein crearon New Day, su propia distribuidora independiente. De manera que, además de dirigir, fotografiar, producir y montar su ópera prima, Reichert distribuyó Growing Up Female ella misma, predicando con el ejemplo de ese feminismo que buscaba contagiar a todas aquellas mujeres que veían sus películas.

 

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