Antes de «poetisas», fuimos «poetas»

Las palabras tienen un gran impacto en la realidad, no creamos nombres de forma aleatoria, los términos dicen más cosas de las que podemos apreciar a simple vista. Si escribo poesía, ¿soy “poetisa” o “poeta”? Nuestra actual palabra “poeta” procede del latín poeta-poetae,  es un sustantivo común en cuanto al género, es decir, tiene una sola forma para los dos géneros gramaticales, por lo tanto, sería tan correcto emplear “el poeta” como “la poeta”. Desde el Diccionario latino-español de Antonio de Nebrija, en el año 1492, aparece el término “poeta” para referirse tanto a hombres como a mujeres. Siglos después, aparecería la palabra “poetisa”, registrada por primera vez en 1737 (según el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana de Juan Coromines). Por lo tanto, las mujeres fueron antes poetas que poetisas. Siguiendo un orden cronológico y hablando de diccionarios, en el 2001, la Real Academia de la Lengua –institución formada por 500 miembros de los cuales solo 11 son mujeres– admite que la palabra “poeta” designa a cualquier persona que escriba poesía. No obstante, reconoce en su diccionario a  “poetisa” como la forma “más tradicional y usada”.

El término “poeta” siempre ha sido asociado al prestigio mientras que  “poetisa” arrastra una gran carga peyorativa. Por ejemplo, Miguel de Unamuno, propuso que se le denominara “poetisos” a los poetas modernistas para burlarse de ellos. Leopoldo Alas, alias clarín en su obra Solos  de 1881 afirma que: “La poetisa fea, cuando no llega a poeta, no suele ser más que una fea que se hace el amor en verso a sí misma” (Solos,1881). Bajo la mirada de una sociedad que encierra a las mujeres en el papel de amas de casa, sus letras serán menospreciadas. Francisco Bejarano les recuerda qué espera la sociedad de ellas: “Poetisas mías, atiendan vuestras mercedes a sus maridos y a sus hijos, mantengan la casa en orden y déjense de versos malos”. 

¿Qué prefieren las escritoras? Hay diversidad de opiniones, ya en el año 1929, Ernestina Champourcin, considera a las mujeres que escriben poesía “únicamente poetas (…) No es necesaria una palabra distinta”. Años más tarde, Pilar Paz Pasamar, sigue reivindicando esta idea: “soy una mujer poeta. Poetisa me parece una palabra detestable que la Real Academia debería prohibir”. Además, Gloria Fuertes dijo públicamente:  “hago versos, señores, hago versos,/ pero no me gusta que me llamen poetisa”. En contraposición a las ideas  anteriores, Luzmaría Jiménez Faro defiende el uso de “poetisas”, justificándose de la siguiente manera: “a estas alturas me resulta un tanto absurda  la manía de llamar poetas a las mujeres que escriben poesía (…). El día en que la hermosa palabra poetisa no suene a algo cursi o decimonónico, nuestra batalla habrá sido ganada”. Sin embargo, la carga peyorativa de la palabra “poetisa” no es responsabilidad de las autoras, con el uso de “la poeta” se pretende eliminar esa visión negativa de la poesía escrita por mujeres y de esta forma dignificar sus obras.  El patriarcado ha estado tan presente en nuestra sociedad hasta el punto que categorizó la poesía escrita por mujeres como romántica y plana. Han intentado ridiculizar nuestras letras, ignorarnos durante años y borrarnos de las antologías (ausencia de Las Sinsombrero en las antologías de la generación del 27). 

Soy una poeta, me identifico con la acepción de “persona que escribe poesía” al igual que con la de “poetisa”: “mujer que escribe poesía”, porque soy una persona y soy mujer. No obstante, no puedo desprenderme de las connotaciones asociadas a la palabra “poetisa”. Entiendo que muchas personas quieran dar visibilidad a la poesía escrita por mujeres pero, no quiero que mi poesía se vincule a un término que ha sido utilizado para burlarse de los versos de muchas autoras. Como dije en las primeras líneas de este artículo, no lograremos apreciar la esencia de las palabras a simple vista. Un término que hemos interiorizado y aceptado como bello puede llegar a contener una historia totalmente diferente a la que nos han inculcado. No pretendo que el lector esté de acuerdo con mi punto de vista ni mucho menos que me apoye ciegamente, mi intención es que investigue y despierte su espíritu crítico. Las acepciones del diccionario adormecen nuestra curiosidad, no te detengas al encontrarlas. Yo seguí buscando y me encontré siendo “poeta” antes que “poetisa”. 

Por Thalia Padilla Soto.