El feminismo romaní

El feminismo romaní

En el punto de partida

“Dejad que las mujeres gitanas nos quejemos del machismo, que reivindiquemos nuestro derecho a trabajar, a no quedarnos con el papel de cuidadoras del hogar, a estudiar, a ser independientes y tener autonomía. Dejadnos a las gitanas hablar sobre eso” – @femitana

¿Cuántas veces has escuchado que ser gitana resulta incompatible con ser feminista? Probablemente muchas más de las que recuerdes. Pero, ¿cuántas veces se lo llega uno a cuestionar, en realidad? Seguramente, muchas menos. La respuesta debería ser clara, porque el feminismo debería ser un movimiento de reivindicación concebido para todas las mujeres, sin importar su orientación sexual, sus creencias espirituales, el lugar en el que hayan nacido, el color de su piel o las características de sus órganos genitales. Sin embargo, pese a esta concepción del feminismo, las mujeres gitanas han experimentado una doble discriminación histórica, que continúa pesando sobre sus espaldas en la actualidad. En primer lugar, por ser gitanas. En segundo, cómo era de esperar, por ser mujeres.

No son pocas las mujeres gitanas que manifiestan la dificultad que supone luchar contra la significativa cantidad de estereotipos machistas y retrógrados con los que la sociedad juzga de forma sistemática a la población romaní. Unos estereotipos que no solo se alejan de la realidad a la que se enfrenta la amplia mayoría de personas que forman parte de este colectivo, sino que además se endurecen especialmente en lo que respecta a la imagen de la mujer gitana.

LA MUJER GITANA EN LA HISTORIA

Desgraciadamente, no se puede encontrar una narrativa histórica sobre las mujeres gitanas. Ni dentro de la historiografía del pueblo gitano, ni dentro de la historia más general. Pese a tratarse del pilar, de la honra de la familia y de la aseguradora de la transmisión de los valores, la cultura y la memoria gitana, la mujer romaní continúa siendo inexistente en el entorno histórico.

Sarah Carmona fue vicepresidenta de la Federación de Mujeres Rromà en París y autora de Memoria e historia de la mujer gitana: un todo por hacer, en el que argumenta como el trato que ha recibido la mujer romaní como objeto de estudio ha sido el de “madre naturaleza, mujer hechicera, bruja, objeto de disgusto, ladrona, artista, encarnación de la sensualidad y la sexualidad, mujer violenta y apasionada capaz de todo, guardiana del hogar, mujer sin moralidad, atracción, obsesión, disgusto, peligro, vagabundeo, cercanía, fuera del mundo, fuera de las ciudades, fuera de las normas…”.

A través de la labor investigadora del antropólogo David Berná descubrimos, además, que la mujer gitana ha sido tradicionalmente representada como contraria a lo que debía ser el ideal de la mujer paya en la historia. El ideal de mujer desde el siglo XV hasta mediados del XX era el de persona recatada, casta, consagrada a la vida familiar en el hogar y a la profesión del Cristianismo, mientras que la mujer romaní era representada como un ideal absolutamente contrario, caracterizado por la promiscuidad, la brujería, la danza y la libertad. Una visión de las gitanas que se transformó con las primeras configuraciones de la mujer como individuo político con derechos en el siglo XX: las gitanas pasaron, entonces, a ser personas dependientes de la honra y continuidad familiar, frente a la liberación e independencia de las mujeres payas.

LA DISCRIMINACIÓN EN CIFRAS

Como resultado de la doble discriminación que sufren desde sus orígenes, las mujeres romaníes no solo se encuentran en una posición de desigualdad frente al resto de la población por ser gitanas, sino que, dentro de su propio colectivo, también sufren discriminación de género, frente a los hombres romaníes. La Segunda encuesta de la Unión Europea sobre las minorías y la discriminación, centrada en la población romaní y elaborada por la Agencia Europea de los Derechos Fundamentales en el año 2020, arroja datos impropios de una época en la que el movimiento feminista parecer estar más latente que nunca:

• En lo que se refiere a las actividades de estudiar o trabajar, los jóvenes romaníes de edades comprendidas entre los 16-24 años experimentan una significativa brecha de género: un 72% de las mujeres romaníes ni estudian ni trabajan, frente al 55% de hombres gitanos que tampoco lo hacen.

• Sin embargo, la discriminación por razón de género no disminuye cuando se trata de las tasas de empleo remunerado para mujeres y hombres romaníes con edades comprendidas entre los 20-64 años, que revela cómo un escaso 29% de las mujeres gitanas tienen trabajos remunerados, frente al 56% de los hombres gitanos.

• Otro dato significativo tiene que ver con la tasa de abandono prematuro de la formación académica de jóvenes entre los 18-24 años, que revela cómo, pese a tratarse del dato con menor brecha de género, frente a los ofrecidos anteriormente, el 71% de mujeres jóvenes romaníes abandonan sus estudios, en comparación con el 66% de hombres romaníes que también lo hacen.

Por supuesto, los datos anteriores no reflejan la discriminación que sufre el conjunto de la población romaní frente a la población general, ni tampoco la discriminación específica a la que se encuentran sometidas las mujeres gitanas frente al resto de mujeres. Esas comparaciones revelarían unas cifras aún más ensordecedoras, si cabe.

EL NACIMIENTO DEL FEMNISMO ROMANÍ: ASOCIACIONES Y REFERENTES

Pese a siglos de tradición gitana, podría decirse que el feminismo romaní apareció en la década de 1990, de la mano de la Asociación de Mujeres Gitanas ROMI, la primera asociación de mujeres gitanas, impulsora del nacimiento de otras organizaciones similares por toda España. De todos modos, no fue hasta años después cuando comenzaron a fraguarse las bases de un feminismo propio, originalmente romaní, destinado a reivindicar la igualdad de las mujeres gitanas, considerando su perspectiva social y cultural como colectivo doblemente oprimido.

En la actualidad, son muchas las asociaciones que luchan por la igualdad de las mujeres gitanas, tales como la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad (AGFD), encargada de organizar el I Congreso de Feminismo Romaní en 2017, una reunión que aglutinó a mujeres gitanas de toda España, y que se ha convertido en uno de los mayores hitos recientes del movimiento.

Asociaciones como las anteriores contribuyen a reforzar la lucha por la igualdad de las mujeres romaníes porque, pero también la labor de activismo llevada a cabo por Alba González Villa (Alba Flores), María José Jiménez Cortiñas (La Guru) o Beatriz Carrillo de los Reyes, entre otras muchas feministas romaníes.

Puede que ahora te resulte más fácil replantearte la pregunta del comienzo, porque ahora sabes que el feminismo no es incompatible con ninguna mujer, que cada una necesita alzar la voz desde algún lugar de movimiento. Y las mujeres gitanas aún tienen mucho que decir al respecto.

Por Andrea Sepúlveda, @_periodistaestresada

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“El feminismo romaní molesta al poder, a esos que viven de la miseria de mis niños”.

Mujeres gitanas, siglo xx
marisa
nurialapastora@gmail.com