Cuidar para ser mujeres
En el artículo de hoy
pensaba escribir acerca del ganador de Supervivientes 2022, un perfil
controvertido y que, personalmente, me parece bastante peligroso que se
blanquee en la televisión.
Sin embargo, pensé que
quien apoya a ese tipo de personas, lo hace y no vale la pena malgastar tiempo
y palabras para dar a conocer personas de este tipo. Mientras estaba
trabajando, me di cuenta de que, aunque nos enfade y nos queme por dentro, es a
otras personas a las que hay que dedicarles tiempo y darles la voz que merecen.
Estos meses he trabajado
de cara al público y he tratado con personas de todo tipo, pero ayer solo pude
acordarme de La Casa de Bernarda Alba
y Como agua para chocolate. Hay
personas que pasan por el supermercado que, por una cosa o por otra, te quedas
con sus caras y, en ocasiones, dejas que sus entrañas descansen en tus brazos.
Dos mujeres; madre e
hija. Son clientas habituales. La madre es mayor y va en silla de ruedas y tras
ella va su hija, que la lleva y es quien hace la compra. Ayer, su frase fue
decisiva y me hizo entender la realidad de muchas mujeres. Entre los clientes,
hablaban sobre las próximas fiestas de la isla. Ella intervino y se equivocó y
mientras se reía con inocencia, alegó que ella no sabía de esas cosas: “yo como me quedo con mi madre en casa…”.
En ese momento, me di
cuenta de que las figuras de Tita en Como
agua para chocolate y de las hijas de Bernarda Alba representan a muchas
mujeres que se ven obligadas de forma o no consciente a asumir el cuidado de
sus padres hasta que fallecen.
No las conozco más que de vista y de las intervenciones propias de empleada-cliente, pero creo y espero que no sea una reencarnación literaria de esas que a muchas no nos gusta. Una no sabe qué hay de puertas para adentro y quién sabe, tal vez es una Adela más que una Tita, pero verlas me desordenaba la pena y la ternura.
No es ninguna novedad que
en la sociedad las
mujeres seguimos siendo las que mayormente nos encargamos de los trabajos de
cuidado sean o no remunerados. Según el Instituto Europeo de la Igualdad de
Género (EIGE), en Europa el
37,5% de las mujeres se ocupan de los cuidados frente al 24,7% de hombres.
Otros datos de la Organización Mundial del Trabajo señalan que la causa de que
casi la mitad de mujeres en el mundo no tengan trabajo remunerado es porque
trabajan en casa. En España, esto le sucede al 25% de mujeres y el 3% de
hombres.
Dentro de nuestra vida,
las mujeres debemos tener un hueco para cuidar de nuestra familia, de amigos o
de vecinos, como quien tiene su jornada laboral o va al gimnasio. Si nos da
tiempo de cuidar de nosotras, es un milagro. Es un trabajo que nosotras hacemos
porque queremos a esas personas, pero el deber pesa y el trabajo y el esfuerzo no
es compartido.
El chico que ganó
Supervivientes y el que señalaba al principio del artículo hizo unas
declaraciones hace un par de años en una entrevista: “yo
prefiero trabajar y que mi mujer se quede en casa con los niños”. Seguidamente,
el presentador le plantea el caso contrario; que sea él quien se quede a cargo
del hogar y sea su mujer quien crezca profesionalmente. Él responde que sin
problema, pero que se sentiría inútil.
Quien es inútil lo es trabajando y estando en casa, aunque cabe recordar que
estar al cuidado de la familia es un trabajo, aunque no esté remunerado. Con lo
cual, tanto para él como para muchos ser ama de casa o estar a cargo de los
cuidados está bien para una mujer; el papel de inútil nos va bien a las
mujeres, como un guante. El hombre es algo que evidentemente no puede asumir;
le viene grande. Para él hay un 3% de inútiles y un 25% de mujeres.
Luego diremos que el
machismo no existe.
Para todas las mujeres
que sacrifican su vida por atender, cuidar y acompañar a los demás: no hay
trabajo más valioso y admirable.
Que otros sigan ganando premios vacíos mientras nosotras sacudimos el mundo.
Por Paula Quintero Delgado (@hierbamuda).