Otra pieza del puzzle

Siempre concebí el amor como algo mágico, maravilloso; un cuento de hadas, vamos. Ahora a mis casi 27 años me pregunto dónde están todas aquellas ideas que me hacían cabrearme cuando a las chicas no les gustaba de vuelta o me rechazaban. Eso sí, eran pocas las que me rechazaban. Simplemente era debido a mi timidez crónica. Solo le he dicho a dos chicas en mi vida que me sentía atraído por ellas. Con las demás me limitaba a montarme comedias románticas en mi cabeza y a torturarme con el concepto de, o que me iban a decir que no, o el hecho de que estaban con alguien que no era yo. ¿Es eso el amor? ¿Hundirse en la autocompasión y rendirse cuentas a uno mismo a cada segundo? Lo peor es que después de toda aquella marabunta de emociones no gestionadas, se experimenta un resentimiento y rencor hacia todas esas personas que decidieron, con todo su derecho, no fijarse o no querer estar contigo, para después sentirte la persona más desgraciada del mundo por no haber tenido pareja todavía. Esa presión social subliminal que te dice que para ser una persona exitosa hay que estar con alguien. Por no hablar del tema de la virginidad, donde tus pares te exigen que la pierdas de una vez. Es mi vida y mi decisión. Déjame querer perderla cuando a mí me venga en gana. 

Yo siento amor por mis amistades y por mi familia, y no veo que ese amor me haga sufrir lo que sufrí cuando trataba de encontrarlo en términos sentimentales con otra persona. Tendría que ser así. Un amor consensuado, construido desde el respeto y no la obsesión. Sí, me gustaría encontrarlo algún día, sin embargo, no urge la prisa de antaño. Es más, disfruto prácticamente siempre de mi soledad. Y no solo de ella, sino de las otras piezas que encajan mi puzzle vitalicio: salir con mis amigos, con mi hermano y mi hermana, hacer deporte, estudiar, escribir, las relaciones que hago con la gente que se cruza en mi senda, etc. Al final, llego a la conclusión de que tener pareja es solo otra pieza, una pieza que no descompleta el puzzle. Creo que cualquiera se ha dejado llevar por lo que implica la idea del amor romántico. A mí me ha arrastrado consigo durante una larga época. Me cuesta escribir lo que quiero escribir a continuación, pero tuve que ingresar en el hospital con un cuadro psicótico y pasar la peor época de mi vida para que nuevas percepciones sobre el amor se depositaran de una vez en mi mente. Fue ser un muerto en vida y no tener ningún tipo de emoción y sentimiento por nueve meses para que empezara mi deconstrucción en materia de amor romántico. Valoré volver a sentirme el Cristian de antes y todo lo que rodeaba a su persona. Ninguna fijación romántica me había traído cosas buenas. Encontrar al príncipe azul (en mi caso, princesa) hizo que perdiera el norte más de una vez. Claro que me gustaría experimentar lo qué es estar en una relación, pero no por eso voy a mortificarme con la idea de tener una. 

Por Cristian Diallo