A amar me enseñaron las mujeres

I

A amar me enseñaron las mujeres.

Nací salvaje, primitiva. El mundo era opaco con cristales translúcidos. Nací sin conocer, y ellas me guiaron. Me dieron ojos, manos. Siempre combatiendo la violencia, siempre usando las palabras. Nunca me olvidaron, me dieron de comer, me consolaron. Crecí rodeada de susurros, de angustias, de arrugas en la frente. Todo lo que sé sobre el amor lo aprendí de las voces. Creo en la entrega porque soy producto del pasado. Soy la reencarnación del amor fracturado.

Fueron las mujeres quienes me enseñaron porque siempre amaron lo que ellos desecharon.

II

Ojalá poder decirte que quiero marcharme, que solo me quedaré donde pueda mostrarme vulnerable. Pero la fuerza que he desarrollado es menguante. Crezco sin casco y no paro de chocarme, de arrodillarme ante el retrovisor. Mujeres, sin ustedes me atraganto. Todo lo que aprendí en la cama se me olvida cuando ando sola, cuando marcho desvestida por un camino de hombres. A ellos me cuesta mucho decirles que no quiero enfrentarme al destino, al pitido de los coches. Ustedes simplemente entienden lo que nunca diría. Ojalá algún día gritar solo implique valentía.

Por Lucía Rubio