Beppo

Beppo o el arte de vivir

Por Teresa Calvo

Freda Marjorie Clarence Lamb.

Beppo, (Londres, 1899 – Madrid, 1989)

Intentar documentarse sobre la vida de Beppo no es fácil.

 

Sencillamente no hay mucho más allá de alguna entrevista, los testimonios de las personas que la conocieron, algún catálogo de sus exposiciones y las páginas que escribió Manuel Vicent en su libro “La novia de Matisse”, donde narra el encuentro con la pintora contado por uno de sus personajes.

 

En cualquier caso, todas estas narraciones, o incluso sus fotografías (casi todas con un pitillo entre las manos y una boina en la cabeza) nos hablan más que de la artista de su personalidad.

Freda o Beppo, nace en Londres que abandona con 18 años y se dirige a Paris donde conoce a los artistas de la bohemia del momento, Matisse, Picasso, y en especial Modigliani y Brancusi de los que fue gran amiga y modelo.

 

En París es donde conoce a Abdu Wahad, acuarelista y príncipe tunecino con el que se casaría, al que cuentan que abandona por un guitarrista flamenco, aunque nunca se divorciaron.

Juntos viajan a España en 1932 y se instalan aquí, en Andalucía, hasta que comienza la guerra en 1939, pero vuelven tras la guerra y la artista ya no dejaría de vivir aquí hasta su fallecimiento.

España fue su país, donde vivió como quiso, visitando tabernas para escuchar flamenco, con un eterno pitillo entre los dedos y bebiendo vino barato.

 

Amando los paisajes de Andalucía en especial los de Jaén y Córdoba, dejando su legado a Villar del Rio, en Córdoba.

Según la describe su amigo Juan Calleja …

 

“Era feliz leyendo un libro, en una tertulia con los amigos oyendo flamenco… Amaba la naturaleza, las personas y cosas que tenía a su alrededor. A Beppo le apasionaba las personas sencillas y sobre todo la naturaleza. Pintaba unos paisajes con una belleza y dulzura difícil de definir.

 

El olivo era su tema principal, los pintaba como con aire, los pintaba «en vivo», en los olivares de Montoro, Beas de Segura o Lérida.

 

Estar con ella era una delicia, oírle sus relatos en su peculiar castellano, cuyos tacos los decía tan elegantemente que parecían cumplidos. Beppo era una mujer libre”.

Beppo odiaba el plástico y la coca cola, amaba los higos, el flamenco y el arte, fue bohemia, feminista desde luego sin pretenderlo, y fundamentalmente libre.

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